La forma del craneo tiene origen genético
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Un 30% de los cambios en la forma del cráneo son de origen genético
El diseño arquitectónico del cráneo humano tiene una base genética que es necesario conocer mejor para comprender la evolución de la especie humana. Pero encontrar muestras de cráneos adecuadas, tanto respecto a la cantidad como a los datos genealógicos, es el principal obstáculo para los investigadores de este ámbito. Recientemente, un grupo internacional de investigadores, entre ellos el profesor del Departamento de Genética y de Microbiologia de la UAB Mauro Santos, ha podido estudiar hasta 335 cráneos adultos de Hallstatt, un pueblo de los Alpes austriacos. Las conclusiones de la investigación, publicadas en el Journal of Anatomy, indican que cerca de un 30% de la variación total de la forma del cráneo es de origen genético y que existen varios factores que reducen su potencial evolutivo en los humanos modernos.
Referencias
Martínez-Abadías, N., M. Esparza, T. Sjøvold, R. González-José, M. Santos and M. Hernández. 2009. Heritability of human cranial dimensions: comparing the evolvability of different cranial regions. Journal of Anatomy 214:19-35.
El trabajo, publicado en el Journal of Anatomy y titulado "Heritability of human craneal dimensiones: comparing the evolvability of different craneal regiones", ha sido dirigido por Miquel Hernández de la Unidad de Antropología del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona. Han participado también los investigadores Neus Martínez-Abadías y Mireia Esparza, del mismo Departamento; además del profesor Mauro Santos; Rolando González-José, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina; y Torstein Sjovold, de la Universidad de Estocolmo.
Nuestra evolución está íntimamente vinculada a la evolución de nuestro cráneo. Pero para entender este proceso hace falta averiguar cuál es el componente genético que se esconde bajo la forma del cráneo, porque la evolución sólo es posible si hay variación genética asociada que se pueda heredar de padres a hijos en las generaciones posteriores. El estudio de una colección de cráneos ha abierto a los investigadores una puerta al conocimiento de la arquitectura genética del cráneo humano, una de las "cajas negras" de la antropología.
En Hallstatt, un pequeño pueblo de los Alpes austriacos, se halla una colección de cráneos humanos muy especial, que comprende más de 700 cráneos y que se originó en el siglo XVIII, gracias a una tradición local cristiana, para honrar a los antepasados, y que ha perdurado hasta fecha muy reciente. Los familiares podían reclamar que los restos esqueléticos de sus antepasados fueran desenterrados y que su cráneo se conservara en una cripta de la iglesia católica de Hallstatt. Los cráneos eran limpiados y decorados con delicadas pinturas de flores, hojas y cruces, pero, además, se escribía el nombre del difunto en la frente del cráneo. Gracias a ello, se puede saber a qué persona pertenece cada cráneo y consultar su "historia de vida" en los archivos parroquiales de la iglesia, en los que está registrada toda la información sobre los bautizos, matrimonios y defunciones desde 1602.
El acceso a estas dos fuentes de información, la morfológica y la demográfica, es lo que hace que esta colección de cráneos sea única en el mundo. Los investigadores pudieron reconstruir los árboles genealógicos familiares, que indican el grado de parentesco entre individuos, y por lo tanto, el número de genes que comparten dos personas. A partir de las genealogías pudieron calcular el componente genético de la forma del cráneo.
En el estudio se ha detectado que los caracteres morfológicos son hereditarios y que aproximadamente el 30% de la variación morfológica que presentan los cráneos es de origen genético. Esto quiere decir que los cráneos humanos presentan un cierto potencial para evolucionar. Aun así, se ha detectado que las regiones que conforman el cráneo (la cara, la base y la bóveda), no son independientes entre sí, sino que a nivel genético están fuertemente integradas entre ellas. Estas asociaciones entre caracteres representan, por una parte, las "reglas arquitectónicas" básicas para construir un cráneo humano que sea funcional y viable; y por otra, pueden ser obstáculos para la evolución. La integración morfológica marcaría qué direcciones de cambio morfológico son posibles y cuáles están prohibidas o, al menos, tienen menos probabilidades de evolucionar.
Mauro Santos
Departamento de Genética y Microbiología
Universitat Autònoma de Barcelona
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