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El gen FOXP2  está relacionado con el habla


El hombre (Homo sapiens) y el chimpancé (Pan troglodytes) proceden de un ancestro común y compartien entre ellos un alto porcentaje de la secuencia de ADN, siendo el habla y la capacidad del leguaje una de sus mayores diferencias, que está regida por los genes.

En el estudio que publica la revista Nature en su edición del 11 de noviembre de 2009, los científicos consideran que las diferencias entre hombre y chimpancé en la capacidad de poder hablar son debidas a diferencias en el gen FOXP2, cuya mutación puede provocar una interrupción en el habla y el lenguaje de los humanos.

“Así, se sugiere que la secuencia del gen FOXP2 humano cambió rápidamente más o menos al mismo tiempo que el lenguaje surgió entre los humanos modernos”, afirma el doctor Daniel Geschwing, de la Universidad de California - Los Angeles (UCLA) y actualmente profesor visitante en el Instituto de Psiquiatría del King’s College de Londres.

“Las versiones del gen FOXP2 en humanos y chimpancés no sólo parecen diferentes sino que también funcionan de un modo distinto”. El gen FOXP2 sirve para activar o desactivar otros genes, por lo que el objetivo principal de la investigación era comprobar la expresión genética, es decir el proceso por el cual una secuencia genética de ADN se convierte en proteínas celulares. El trabajo de investigación consistió en registrar en el laboratorio los genes que son afectados por el gen FOXP2 en humanos, para lo que se empleó material proveniente de células y de tejido humano, así como tejido cerebral post mortem de chimpancés fallecidos por causas naturales. Un numero significativo de las nuevas modificaciones identificadas se expresan de modo diferente en el cerebro de los humanos y de los chimpancés” lo que “sugiere que el FOXP2 lleva a esos genes a actuar de modo distinto en las dos especies”.

Los cambios genéticos entre los humanos y los chimpancés son fundamentales para comprender la evolución diferenciada de nuestro propio cerebro y este estudio sirve para “identificar nuevas herramientas que nos permitan estudiar cómo se regula el habla humana a nivel molecular”, explica Genevieve Konopka, postdoc de la UCLA y primer autor de la investigación. Y también para comprender cómo evolucionamos hasta llegar a lo que somos hoy en día.

Estas investigaciones podrían ser útiles para desarrollar nuevos medicamentos que sirvan para tratar desórdenes relacionados por la interrupción del habla como el autismo o la esquizofrenia.